sábado, 13 de febrero de 2016

Capítulo 2: El secreto no tan secreto de Kyungsoo.


-¿Cómo te ha ido en la universidad hijo?-

Esa era la pregunta que comenzaba con la pesadilla que Kyungsoo sufría cada noche que su familia cenaba junta.

Su familia se conformaba por su padre quién desde algunos años se había separado de su madre. Ésta última quién era la jefa del hogar, su hermano mayor quién era muy inteligente, pero también egocéntrico y muchas veces inventaba hechos para que los demás creyeran en sus palabras, su hermano menor de siete años quién tenía un trastorno espectro autista y finalmente, él, Do Kyungsoo.

Tener a un hermano mayor inteligente y egocéntrico era un golpe al autoestima de Kyungsoo, quién no creía ser tan inteligente como los demás les decían porque no podía evitar compararse con su hermano, quién siempre se jactaba de sus aprendizajes. Kyungsoo amaba a su hermano, pero a veces deseaba que fuera un poco más humilde y que no hiciera cuentos sobre cosas en las que era un completo ignorante.

Por otro lado, tener un hermano menor con un trastorno espectro autista era todo un desafío. Era complicado comunicarse con él, era aún más difícil cuidarlo y protegerlo de los peligros de los que el menor no era consciente. En muchas ocasiones Kyungsoo pensó en simplemente rendirse y dejar que su hermano menor hiciera lo que quisiera cada vez que le tocaba cuidarlo.

Y su madre, a quién admiraba como mujer pero no como madre, ella simplemente servía para dar órdenes. Ella sabía qué hacer y cómo hacerlo pero no era muy eficiente, por lo tanto le ordenaba a alguien más que lo hiciera por ella. Finalmente, era como una dictadora.

Por último, su padre era un buen hombre, cariñoso con él y sus hermanos. Su única queja con él era que no lo veía tanto como quería y que casi nunca podía estar en sus momentos más complicados.

Las discusiones familiares, los golpes a la autoestima, el estrés y la frustración de cuidar a su hermano sumado a su personalidad sincera y bastante sensible solo lograron que Kyungsoo llegara a un estado muy doloroso, y que nunca quisiera volver a su casa las tardes después de la escuela.

Por suerte tenía a su mejor amigo Chanyeol, quién lo invitaba a su casa, quién lo entendía y lo ayudaba, además de ser un intento de psicólogo personal que en realidad solo servía para que Kyungsoo se desahogara.

Con el motivo de que en su casa la pasaba horrible, Kyungsoo intentaba que sus horas dentro del instituto fueran divertidas y alegres, por lo que podías verlo sonriendo, haciendo bromas de buen gusto, coqueteando con algunas chicas a pesar de declarar abiertamente su homosexualidad y haciendo el ridículo muchas veces sin miedo al qué dirán.

Por eso, fue apodado como “el rarito” ya que no importaba como, siempre lo veías feliz, haciendo locuras o bromas frikies.

A Kai le gustaba mucho la personalidad alegre de Kyungsoo ya que se contagiaba de la buena vibra que el mayor transmitía y sus días se volvían más brillantes, además del humor negro que poseía Kyungsoo que era muy similar al de él y los millones de gustos que compartían.

Las clases que compartían (Historia, química y matemáticas) se habían vuelto muy divertidas para ambos, ya que hacían el tonto, conversaban de la vida, se ayudaban a resolver las actividades e incluso tenían su código para copiar las respuestas del otro en los exámenes.

En ese tiempo que pasaban juntos se habían vuelto bastantes cercanos, al punto en que Kyungsoo conocía a Sehun y a Taemin –amigos de Kai- y conversaba con ellos sin incomodidades. También se juntaban después de clases a jugar video juegos o andar en bicicleta por las calles menos transitadas de la cuidad.

Para Kai, las risas nunca faltaban cuando se trataba de Kyungsoo. Le gustaba ver esa sonrisa con forma de corazón, escuchar los divertidos comentarios frikies que decía a menudo y aún más, le encantaba cuando el mayor cantaba porque se notaba que lo disfrutaba tanto como él disfrutaba bailar.

Definitivamente Do Kyungsoo era el tipo ideal de Kai.

Entonces…

Kai iba caminando por los pasillos desiertos del instituto. La campana de salida había sonado hace horas, pero él había olvidado un trabajo muy importante en su casillero así que había vuelto a buscarlo. Se sentía extraño caminar por ahí solo, ya que acostumbraba a que estuviera lleno de personas en todas partes por lo que apresuró el paso para salir de ahí lo antes posible.

Tan pronto como tuvo su trabajo en sus manos notó que en el salón de música en el segundo piso estaba Kyungsoo cantando y girando alegremente. No pudo evitar sonreír y apresurarse a llegar a aquel lugar para estar junto a Kyungsoo. Él y su maldita necesidad de verlo. Subió las escaleras casi corriendo, caminó velozmente por el pasillo que lo conectaba al salón de música y cuando miró por la ventana notó que Kyungsoo no estaba solo: Park Chanyeol lo estaba acompañando.

E hiso la pregunta que le cambió la vida a Kai.

-¿Estás seguro de que tienes depresión?-

Kyungsoo dejó de cantar y girar. Miró divertido a su amigo y rió levemente.

-¿Qué? ¿Quieres que te muestre las boletas del psiquiatra?- Dijo Kyungsoo con una gran sonrisa.

-¿Qué?- Murmuró Kai entrando al salón, haciendo notar su presencia a los dos amigos quienes lo miraron sin una expresión en particular.

-¡Kai!- Saludó Kyungsoo dándole un suave abrazo al moreno. –Es bueno verte-

-¿Cómo es eso de que tienes depresión?- Preguntó Kai preocupado por su compañero.

-Pues, eso. No hay mucho que explicar- Dijo Kyungsoo bajando la mirada sin perder su sonrisa. –Por favor no se lo cuentes a nadie, no es que sea un gran secreto pero creo que es algo bastante personal que no quiero que todos sepan-

-No te preocupes, no le diré a nadie pero…- Kai simplemente no podía creerlo -¿Cómo es que una persona tan alegre como tu esté tan triste por dentro?-

-Nadie realmente sabe que tan heridos estamos por dentro- Dijo Kyungsoo mirando a Kai. Éste le dio una mirada apenada por haber pensado que alguien como Kyungsoo no sentía un dolor tan grande como para estar deprimido –Pero no te preocupes, estoy trabajando en ello-

-¿Hace cuanto?-

-Emmm… ¿Un año y medio?- Respondió Kyungsoo con algo de miedo.

Kai suspiró.

-Kyungsoo, tengo que irme- Anunció Chanyeol levantándose de la mesa en la que estuvo sentado. -¿Nos vemos mañana?-

-Si no me mato, entonces sí- Chanyeol lo miró mal –Esta bien, no me mataré, cálmate- El más alto se marchó haciéndole una pequeña reverencia a Kai –Bueno, se está haciendo tarde, será mejor que también te vayas- Le dijo a Kai.

-¿Y tú?- Le preguntó el menor.

-En realidad no tengo muchas ganas de ir a casa, me quedaré un poco más- Dijo Kyungsoo caminando por el salón –Estar aquí me tranquiliza, me gusta cantar aunque lo hago muy mal y puedo pensar en que saldré de esto si me lo propongo seriamente-

-Ven a mi casa- Propuso Kai buscando en su mente una buena excusa –Estudiemos historia, sabes que nunca prestamos atención en esa clase por estar conversando. Busquemos información en internet y preguntemos por unas fotos con los apuntes en el chat del curso-

-Es una buena idea, hagámoslo-

Con otras excusas de ese tipo fue que Kyungsoo comenzó a pasar incluso más tiempo con Kai, volviéndose mejores amigos con el paso del tiempo.

A la vez que Kyungsoo conseguía un buen amigo, también perdió uno muy querido.

Chanyeol le pidió que hablaran una tarde. Kyungsoo jamás creyó que su amigo pudiera hacer algo así y menos a él. Se decepcionó completamente y estuvo herido por mucho tiempo por la petición que le hizo Chanyeol aquella tarde, todo por culpa de una chica.

-Necesito que no te acerques a mí en público- Dijo Chanyeol haciendo que Kyungsoo frunciera el ceño. –Hay una chica que me gusta, y no quiero que me vean como “el noviecito del chico raro” o “el amiguito del rarito”, así que te pido de todo corazón que, por lo menos en el instituto, hagamos como si no fuéramos nada-

-¿Sabes algo, Chanyeol? Métete tu puta por donde te entre- Sumado a un golpe en el estómago que dejó a Chanyeol sin aire -¿Cómo mierda me pides esto? ¿Te das cuenta del daño que me haces?-

-Solo quiero que ambos seamos felices- Se justificó Chanyeol agarrándose el estómago por el dolor.

-¡Y una mierda! ¿Crees que soy feliz? ¡Tú más que nadie sabe que no soy feliz!- Kyungsoo dio la media vuelta y caminó por los pasillos vacíos –Felicidad de mierda, amistad de mierda, vida de mierda-

Para hacerlo peor, Kai había faltado esa semana por estar en la casa de sus abuelos sin señal de teléfono o internet, por lo que no podía comunicarse con Kyungsoo y viceversa. Por esto, Kyungsoo se sintió solo y herido al pensar que Kai lo estaba ignorando o que quizás estaba enojado con él, o que quizás también le daba vergüenza estar junto a él.

Y justo cuando pensó que su semana no podía empeorar, su madre lo decepcionó por competo.

-¡Me voy a matar! ¡Me voy a matar!- Gritó Kyungsoo a su madre viendo que ésta se mostraba desinteresada en asistir a una sesión familiar que había citado su psiquiatra.

-¡Hazlo! A ver si te atreves- Le dijo ella viendo su celular –Me tengo que ir al trabajo- Anunció levantándose del sillón en el que estuvo sentada toda la tarde.

-¡Te vas a arrepentir si cruzas esa puerta!- Gritó Kyungsoo. Ella se encogió de hombros y se fue de la casa sin mirar hacia atrás.

Kyungsoo temblaba de rabia, no quería ni podía seguir viviendo de esa manera. Estaba desesperado y las lágrimas corrían por sus mejillas sin parar. No podía pensar claramente y su cuerpo se movió solo hasta su habitación donde tenía sus pastillas antidepresivas, abrió las cajas y comenzó a tragarse las pastillas. Una por una. Casi las vomita más de dos veces pero se obligó a mantenerlas dentro de su organismo porque simplemente no quería seguir viviendo. Se sentó en la cama temblando y sollozando, pasado unos minutos sintió que no era una muerte suficientemente rápida.

Se levantó decidido. Tomó una de sus corbatas del uniforme y buscó una silla que puso debajo del árbol que estaba en el patio trasero de su casa. Amarró la corbata a una rama baja y gruesa con ayuda de la silla antes de ver sin miedo pero con curiosidad la circunferencia en la corbata negra que cambiaría su vida.

¿Cómo se sentiría morir?

Atravesó su cabeza por la corbata comprobando que ésta no se rompería con su peso, después tragó profundo y suspiró maldiciendo a puteadas a todo ser vivo que conocía.

Y gritó. Gritó desde el alma deseando que todos murieran o que se arrepintieran de sus actos y que sufrieran por el resto de sus vidas. Los odiaba a todos, a todo ser vivo sin excepción alguna. Solo había ira, decepción, odio y mucha, mucha tristeza dentro de él.


Golpeó la silla con su pie y su cuerpo quedó colgado.


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