-¿Cómo te ha ido en la universidad hijo?-
Esa era la pregunta que comenzaba con la pesadilla que
Kyungsoo sufría cada noche que su familia cenaba junta.
Su familia se conformaba por su padre quién desde algunos años
se había separado de su madre. Ésta última quién era la jefa del hogar, su
hermano mayor quién era muy inteligente, pero también egocéntrico y muchas
veces inventaba hechos para que los demás creyeran en sus palabras, su hermano
menor de siete años quién tenía un trastorno espectro autista y finalmente, él,
Do Kyungsoo.
Tener a un hermano mayor inteligente y egocéntrico era un
golpe al autoestima de Kyungsoo, quién no creía ser tan inteligente como los
demás les decían porque no podía evitar compararse con su hermano, quién
siempre se jactaba de sus aprendizajes. Kyungsoo amaba a su hermano, pero a
veces deseaba que fuera un poco más humilde y que no hiciera cuentos sobre
cosas en las que era un completo ignorante.
Por otro lado, tener un hermano menor con un trastorno
espectro autista era todo un desafío. Era complicado comunicarse con él, era
aún más difícil cuidarlo y protegerlo de los peligros de los que el menor no
era consciente. En muchas ocasiones Kyungsoo pensó en simplemente rendirse y
dejar que su hermano menor hiciera lo que quisiera cada vez que le tocaba
cuidarlo.
Y su madre, a quién admiraba como mujer pero no como madre,
ella simplemente servía para dar órdenes. Ella sabía qué hacer y cómo hacerlo
pero no era muy eficiente, por lo tanto le ordenaba a alguien más que lo
hiciera por ella. Finalmente, era como una dictadora.
Por último, su padre era un buen hombre, cariñoso con él y
sus hermanos. Su única queja con él era que no lo veía tanto como quería y que
casi nunca podía estar en sus momentos más complicados.
Las discusiones familiares, los golpes a la autoestima, el
estrés y la frustración de cuidar a su hermano sumado a su personalidad sincera
y bastante sensible solo lograron que Kyungsoo llegara a un estado muy doloroso,
y que nunca quisiera volver a su casa las tardes después de la escuela.
Por suerte tenía a su mejor amigo Chanyeol, quién lo
invitaba a su casa, quién lo entendía y lo ayudaba, además de ser un intento de
psicólogo personal que en realidad solo servía para que Kyungsoo se desahogara.
Con el motivo de que en su casa la pasaba horrible, Kyungsoo
intentaba que sus horas dentro del instituto fueran divertidas y alegres, por
lo que podías verlo sonriendo, haciendo bromas de buen gusto, coqueteando con
algunas chicas a pesar de declarar abiertamente su homosexualidad y haciendo el
ridículo muchas veces sin miedo al qué dirán.
Por eso, fue apodado como “el rarito” ya que no importaba
como, siempre lo veías feliz, haciendo locuras o bromas frikies.
A Kai le gustaba mucho la personalidad alegre de Kyungsoo ya
que se contagiaba de la buena vibra que el mayor transmitía y sus días se
volvían más brillantes, además del humor negro que poseía Kyungsoo que era muy
similar al de él y los millones de gustos que compartían.
Las clases que compartían (Historia, química y matemáticas)
se habían vuelto muy divertidas para ambos, ya que hacían el tonto, conversaban
de la vida, se ayudaban a resolver las actividades e incluso tenían su código
para copiar las respuestas del otro en los exámenes.
En ese tiempo que pasaban juntos se habían vuelto bastantes
cercanos, al punto en que Kyungsoo conocía a Sehun y a Taemin –amigos de Kai- y
conversaba con ellos sin incomodidades. También se juntaban después de clases a
jugar video juegos o andar en bicicleta por las calles menos transitadas de la
cuidad.
Para Kai, las risas nunca faltaban cuando se trataba de
Kyungsoo. Le gustaba ver esa sonrisa con forma de corazón, escuchar los
divertidos comentarios frikies que decía a menudo y aún más, le encantaba
cuando el mayor cantaba porque se notaba que lo disfrutaba tanto como él
disfrutaba bailar.
Definitivamente Do Kyungsoo era el tipo ideal de Kai.
Entonces…
Kai iba caminando por los pasillos desiertos del instituto.
La campana de salida había sonado hace horas, pero él había olvidado un trabajo
muy importante en su casillero así que había vuelto a buscarlo. Se sentía
extraño caminar por ahí solo, ya que acostumbraba a que estuviera lleno de
personas en todas partes por lo que apresuró el paso para salir de ahí lo antes
posible.
Tan pronto como tuvo su trabajo en sus manos notó que en el
salón de música en el segundo piso estaba Kyungsoo cantando y girando
alegremente. No pudo evitar sonreír y apresurarse a llegar a aquel lugar para
estar junto a Kyungsoo. Él y su maldita necesidad de verlo. Subió las escaleras
casi corriendo, caminó velozmente por el pasillo que lo conectaba al salón de
música y cuando miró por la ventana notó que Kyungsoo no estaba solo: Park
Chanyeol lo estaba acompañando.
E hiso la pregunta que le cambió la vida a Kai.
-¿Estás seguro de que tienes depresión?-
Kyungsoo dejó de cantar y girar. Miró divertido a su amigo y
rió levemente.
-¿Qué? ¿Quieres que te muestre las boletas del psiquiatra?-
Dijo Kyungsoo con una gran sonrisa.
-¿Qué?- Murmuró Kai entrando al salón, haciendo notar su
presencia a los dos amigos quienes lo miraron sin una expresión en particular.
-¡Kai!- Saludó Kyungsoo dándole un suave abrazo al moreno. –Es
bueno verte-
-¿Cómo es eso de que tienes depresión?- Preguntó Kai
preocupado por su compañero.
-Pues, eso. No hay mucho que explicar- Dijo Kyungsoo bajando
la mirada sin perder su sonrisa. –Por favor no se lo cuentes a nadie, no es que
sea un gran secreto pero creo que es algo bastante personal que no quiero que
todos sepan-
-No te preocupes, no le diré a nadie pero…- Kai simplemente
no podía creerlo -¿Cómo es que una persona tan alegre como tu esté tan triste
por dentro?-
-Nadie realmente sabe que tan heridos estamos por dentro-
Dijo Kyungsoo mirando a Kai. Éste le dio una mirada apenada por haber pensado
que alguien como Kyungsoo no sentía un dolor tan grande como para estar
deprimido –Pero no te preocupes, estoy trabajando en ello-
-¿Hace cuanto?-
-Emmm… ¿Un año y medio?- Respondió Kyungsoo con algo de miedo.
Kai suspiró.
-Kyungsoo, tengo que irme- Anunció Chanyeol levantándose de
la mesa en la que estuvo sentado. -¿Nos vemos mañana?-
-Si no me mato, entonces sí- Chanyeol lo miró mal –Esta
bien, no me mataré, cálmate- El más alto se marchó haciéndole una pequeña
reverencia a Kai –Bueno, se está haciendo tarde, será mejor que también te
vayas- Le dijo a Kai.
-¿Y tú?- Le preguntó el menor.
-En realidad no tengo muchas ganas de ir a casa, me quedaré
un poco más- Dijo Kyungsoo caminando por el salón –Estar aquí me tranquiliza,
me gusta cantar aunque lo hago muy mal y puedo pensar en que saldré de esto si
me lo propongo seriamente-
-Ven a mi casa- Propuso Kai buscando en su mente una buena
excusa –Estudiemos historia, sabes que nunca prestamos atención en esa clase
por estar conversando. Busquemos información en internet y preguntemos por unas
fotos con los apuntes en el chat del curso-
-Es una buena idea, hagámoslo-
Con otras excusas de ese tipo fue que Kyungsoo comenzó a
pasar incluso más tiempo con Kai, volviéndose mejores amigos con el paso del
tiempo.
A la vez que Kyungsoo conseguía un buen amigo, también
perdió uno muy querido.
Chanyeol le pidió que hablaran una tarde. Kyungsoo jamás
creyó que su amigo pudiera hacer algo así y menos a él. Se decepcionó
completamente y estuvo herido por mucho tiempo por la petición que le hizo
Chanyeol aquella tarde, todo por culpa de una chica.
-Necesito que no te acerques a mí en público- Dijo Chanyeol
haciendo que Kyungsoo frunciera el ceño. –Hay una chica que me gusta, y no
quiero que me vean como “el noviecito del chico raro” o “el amiguito del
rarito”, así que te pido de todo corazón que, por lo menos en el instituto,
hagamos como si no fuéramos nada-
-¿Sabes algo, Chanyeol? Métete tu puta por donde te entre-
Sumado a un golpe en el estómago que dejó a Chanyeol sin aire -¿Cómo mierda me
pides esto? ¿Te das cuenta del daño que me haces?-
-Solo quiero que ambos seamos felices- Se justificó Chanyeol
agarrándose el estómago por el dolor.
-¡Y una mierda! ¿Crees que soy feliz? ¡Tú más que nadie sabe
que no soy feliz!- Kyungsoo dio la media vuelta y caminó por los pasillos
vacíos –Felicidad de mierda, amistad de mierda, vida de mierda-
Para hacerlo peor, Kai había faltado esa semana por estar en
la casa de sus abuelos sin señal de teléfono o internet, por lo que no podía
comunicarse con Kyungsoo y viceversa. Por esto, Kyungsoo se sintió solo y
herido al pensar que Kai lo estaba ignorando o que quizás estaba enojado con
él, o que quizás también le daba vergüenza estar junto a él.
Y justo cuando pensó que su semana no podía empeorar, su
madre lo decepcionó por competo.
-¡Me voy a matar! ¡Me voy a matar!- Gritó Kyungsoo a su
madre viendo que ésta se mostraba desinteresada en asistir a una sesión familiar
que había citado su psiquiatra.
-¡Hazlo! A ver si te atreves- Le dijo ella viendo su celular
–Me tengo que ir al trabajo- Anunció levantándose del sillón en el que estuvo
sentada toda la tarde.
-¡Te vas a arrepentir si cruzas esa puerta!- Gritó Kyungsoo.
Ella se encogió de hombros y se fue de la casa sin mirar hacia atrás.
Kyungsoo temblaba de rabia, no quería ni podía seguir
viviendo de esa manera. Estaba desesperado y las lágrimas corrían por sus
mejillas sin parar. No podía pensar claramente y su cuerpo se movió solo hasta
su habitación donde tenía sus pastillas antidepresivas, abrió las cajas y
comenzó a tragarse las pastillas. Una por una. Casi las vomita más de dos veces
pero se obligó a mantenerlas dentro de su organismo porque simplemente no quería
seguir viviendo. Se sentó en la cama temblando y sollozando, pasado unos
minutos sintió que no era una muerte suficientemente rápida.
Se levantó decidido. Tomó una de sus corbatas del uniforme y
buscó una silla que puso debajo del árbol que estaba en el patio trasero de su
casa. Amarró la corbata a una rama baja y gruesa con ayuda de la silla antes de
ver sin miedo pero con curiosidad la circunferencia en la corbata negra que
cambiaría su vida.
¿Cómo se sentiría morir?
Atravesó su cabeza por la corbata comprobando que ésta no se
rompería con su peso, después tragó profundo y suspiró maldiciendo a puteadas a
todo ser vivo que conocía.
Y gritó. Gritó desde el alma deseando que todos murieran o
que se arrepintieran de sus actos y que sufrieran por el resto de sus vidas.
Los odiaba a todos, a todo ser vivo sin excepción alguna. Solo había ira,
decepción, odio y mucha, mucha tristeza dentro de él.
Golpeó la silla con su pie y su cuerpo quedó colgado.
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